Reconozco que no soy fan acérrima de Ennio Morricone, nunca lo fui porque me pilló demasiado mayor cuando empecé a escuchar su música y sentí que no era para mí por sonar demasiado antigua, pero algunas de sus bandas sonoras están entre mis favoritas. Además, mi relación con las bandas sonoras se basa en que me interese la película. Lo sé, es un poco injusto porque precisamente por esto puedo perderme música increíble, pero seamos sinceres: no hay tiempo para todo.
Nació en Roma en 1928 y de niño tocaba la trompeta y compuso su primera obra a los seis años. Durante años, mientras estudiaba, compuso música para la radio y la televisión; siendo en muchos casos un escritor fantasma. Finalmente, su amigo de la infancia Serio Leone le pediría que compusiese la banda sonora de sus películas. Entre los dos establecieron un nuevo estilo para los westerns y su música empezó a conocerse en todo el mundo, haciéndose famoso él también.
Morricone era ese compositor al que cuesta identificar. Muchos compositores tienen señas de identidad que ayudan a que, si sabes escuchar, darte cuenta de que es suya: James Horner tenía su famoso parababa, Zimmer es famoso por repetir algunas melodías y Williams se caracteriza por ese sonido tan clásico; pero Morricone se adaptaba al medio y se fusionaba con él, de hecho, en una ocasión dijo que “Mi estilo es siempre el de la película. Trabajo para un director, no para mí”. Nunca tuvo miedo de utilizar lo que fuese para hacer música y eso se puede ver en algunas de sus composiciones, principalmente en las películas del spaguetti western, donde utiliza el silbido y un reloj musical. Me gustan los compositores sin miedo a utilizar como instrumento algo que hayan visto o instrumentos poco habituales (también usó un birimbao, un arpa de boca y látigos restallando) y creo que, aparte de Zimmer (y cogido con pinzas), es al único que conozco que lo hacía. Aunque ha compuesto más de quinientas bandas sonoras (se dice pronto, eh), es más conocido por algunas más concretas, sobre todo los famosos spaguetti westerns de Sergio Leone.
De hecho, fue por este tipo de películas por las cuales yo supe de su existencia. Durante mi infancia, pasaba los veranos en el pueblo donde sólo había una televisión y sólo podías ver tres canales, entre ellos La Primera que, en aquella época, se puso de moda dar todas las tardes una película del oeste. Yo vi algunas, pero no demasiadas porque con doce años eres un culo inquieto y sólo quieres correr, pero sí que recuerdo las más famosas: La Trilogía Del Dólar (Por Un Puñado De Dólares, La Muerte Tenía Un Precio y El Bueno, El Feo Y El Malo), Hasta Que Llegó Su Hora y Dos Mulas Y Una Mujer.
Con el paso de los años fui viendo más películas con música suya, como La Misión (aún se me encoge el corazón con algunos temas), Los Intocables De Eliott Ness, En La Línea De Fuego, Giro Al Infierno (qué mal cuerpo me deja esta película), Misión A Marte (sorprendidísima de que sea suya) y Los Odiosos Ocho. Se le incluye dentro de las películas Kill Bill Vol. 1 y Vol. 2, Malditos Bastardos y Django Desencadenado, pero realmente no compuso los temas: Tarantino se limitó a coger su música y utilizarla.
El palmarés de Morricone es tan impresionante como su obra: dos Óscar, dos Grammy, tres Globos de Oro, cinco BAFTA, diez David de Donatello, once Nastro d’argento y el Premio de Música Polar (considerado el Nobel de la música). Pudo haber conseguido un tercer Óscar por la película Érase Una Vez En América, pero la banda sonora fue descalificada porque no aparecía el nombre del compositor en los créditos (¿CÓMO PUDO PASAR ESTO?).
Como dato final, Muse y Metallica suelen abrir sus conciertos con Man With A Harmonica y The Ecstasy Of Gold respectivamente.
Os dejo por aquí una pequeña playlist a Spotify con las canciones que más me han gustado de él (aunque seguro que me he dejado algunas en el tintero) y también os dejo enlazada la banda sonora de La Misión, que para mí es la mejor que tiene.
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