jueves, 20 de noviembre de 2025

5 - Piruleta (Suavitober 2025)

Habían pasado dos semanas de aquella cena en el centro comercial y, desde entonces, la convivencia entre Joe y Anne no había hecho sino mejorar. No es que antes fuese mala, pero había ciertas cosas que debían pulirse y que parecían haberse resuelto en aquellos días. Por otro lado, algunas de ellas provocaban en Joe sentimientos encontrados. Le gustaba volver de trabajar y que Anne hubiera decidido esperarla para poder cenar juntas, que le dejase el desayuno preparado los días en los que no tenía que madrugar o que se acurrucase a su lado mientras veían una película. Sin embargo, todo aquello no hacía más que disparar la sensación de que actuaban como una pareja. Si hasta había empezado a ir a buscarla al trabajo. Y aunque se decía que era para que no caminase sola a ciertas horas de la noche, en el fondo sabía que solo intentaba engañarse.

«Si es que en el fondo soy imbécil» —pensó al entrar en la pastelería.

Aquel era uno de esos días en los que tenía turno de mañana y, por la tarde, se pasaba a buscar a Anne. Por lo general, paseaban un poco, tomaban un café y volvían a casa para cenar. De postre solían tener alguna cosa que hubiera sobrado de la pastelería. Al menos, es lo que decía Anne. Joe tenía la sensación de que eran cosas que horneaba específicamente para ellas, aunque siempre fingía creerla.

—Oh, hola, Joe —saludó Tobías desde detrás del mostrador—. Anne aún tardará un poquito en salir.

—No te preocupes, sé que llego un poco pronto.

Se sentó en uno de los sillones que tenían para que la gente esperase y sacó un libro para leer. Era viernes y tenía todo el fin de semana para descansar, así que no tenía prisa por llegar a casa.

Diez minutos más tarde, la puerta del establecimiento se abrió y Joe levantó un instante la mirada antes de centrarla de nuevo en su libro. Seguro que era algún cliente que quería encargar alguna cosa, por eso se sorprendió cuando saludó a Tobías con familiaridad. Joe se fijó mejor en la persona recién llegada y se dio cuenta de que se daba un aire a Anne.

—¿Está en la cocina todavía? —preguntó.

—Están terminando unas pastas, sí.

—Ah, genial. Pues voy a pasar, que no tardo nada.

Tobías intentó detenerla pero fue imposible. Joe enarcó una ceja y cruzó la mirada con el pobre dependiente. Este se encogió de hombros y ambos dieron un salto cuando la voz de Anne resonó desde detrás de una puerta.

—¡Te he dicho mil veces que no entres en la cocina!

La puerta se abrió y la recién llegada apareció junto a Anne.

—No es para tanto, que solo quería hablar contigo dos palabras.

—Pues te esperas. O me llamas. Para eso tengo el teléfono. —Anne resopló y desvió su atención hacia Joe. Su enfado se disipó en cuestión de segundos y una amplia sonrisa curvó sus labios—. ¡Joe! Llegas pronto.

Joe no pasó por alto la mirada que le dirigió la otra mujer.

—He salido un poco antes. Pero no tengo prisa. —Levantó el libro—. Estoy entretenida, así que tómate tu tiempo.

Anne soltó una suave risa entre dientes.

—Está bien. Salgo en un cuarto de hora, ¿vale?

Se dio la vuelta y regresó a la cocina. La recién llegada guardó silencio unos instantes antes de centrarse en Joe.

—Joe, ¿verdad?

—Así es.

—Soy Julie, la hermana mayor de Anne. Quizá no te acuerdes bien de mí.

En cuanto se presentó, Joe la reconoció. Era diez años mayor que Anne, así que no solía pasar mucho tiempo con ellas. A los dieciocho años se mudó a otra ciudad para estudiar derecho y, en cuanto empezó a trabajar, se quedó allí. Era lo único que sabía porque Anne tampoco hablaba mucho de ella.

—Ha pasado mucho tiempo, Julie.

Ella sonrió.

—Casi veinte años. ¿A qué te dedicas ahora? Recuerdo que no fuiste a la unversidad, ¿verdad?

Joe se planteó darle un corte, pero decidió no hacerlo porque no quería montar una escena en la pastelería de su amiga.

—En realidad, sí. Estudié dos grados de Mecánica Básica antes de meterme en Ingeniería de Mecánica Espacial e Industrial, con el Máster de Gravedad Cero.

Tuvo que hacer un esfuerzo por no sonreír de satisfacción al ver la expresión perpleja de Julie. Joe odiaba alardear de sus estudios, le parecía algo clasista e irrespetuoso hacia aquellos profesionales que hacían su trabajo mejor o igual que cualquiera con estudios. Sin embargo, cuando se le presentaba algún listillo, como la hermana de Anne, no tenía problema en cerrarles la boca.

—Vaya, eso es… impresionante.

—Gracias.

—Anne me dijo que trabajabas en un taller de reparaciones de coches. ¿No te has planteado echar el currículum en alguna empresa importante?

Joe parpadeó.

—Ya trabajo en una de las empresas más grandes del planeta. Soy jefa de taller, de hecho. —Julie abrió la boca para responder pero Joe no la dejó—. Si vas a seguir intentando hacerme sentir inferior, mejor ahórrate el comentario.

Julie cerró la boca y Tobías se tapó la boca para no soltar una carcajada en alto.

—No estaba intentando hacerte sentir inferior —replicó al tiempo que ponía los ojos en blanco—. Solo quiero lo mejor para Anne.

—No sabía que para ser amiga de Anne hubiese que pasar un examen. Ella es lo suficientemente inteligente como para saber qué es lo que le conviene. Y si se equivoca, aprenderá a no hacerlo en el futuro. La vida se basa en eso y no puedes protegerla siempre.

—Cuando eras niña eras más calladita.

—Cuando era cría tú no pasabas tiempo con nosotras, así que tu recuerdo de mí está sesgado por eso.

—Julie, deja de incordiar a Joe.

Las dos se volvieron hacia Anne. Estaba en la puerta que daba a la cocina, con los brazos cruzados y el gesto serio. En una de las manos llevaba una bolsa con algo dentro.

—No la estaba incordiando, solo quería saber si…

—Lo he oído y no tienes derecho a hacerlo —replicó Anne, acercándose a ellas—. Perdónala, Joe, a veces es una clasista estirada.

Joe se rio con suavidad y Julie resopló al tiempo que sacudía la cabeza.

—No te preocupes. —Se giró hacia Julie—. Por cierto, enhorabuena por la boda.

La cara de Julie se iluminó.

—¡Gracias! Estoy nerviosa y emocionada, pero sé que saldrá todo bien. —Se quitó el pelo del hombro—. Siempre quise casarme en invierno, ya sabes, por la nieve y esas cosas. Las previsiones para este año son muy favorables. —Suspiró, risueña—. Va a ser increíble.

—Seguro que sí —contestó Joe.

Anne le entregó la bolsa a su hermana.

—No te olvides de las pastas que me pidió mamá.

—Es verdad. Qué rabia si llego a irme sin ellas. —Cogió la bolsa y se encaró con las dos chicas—. Te veré en la boda, Joe. Porque vienes como pareja de Anne, ¿verdad?

Joe parpadeó, perpleja. Abrió la boca para responder pero no fue capaz. Anne, en cambio, sí que pudo.

—¡Julie! No estamos saliendo.

—Bah, no te avergüences. A nuestra familia no le importa que tengas una relación con una mujer.

—No se trata de… —comenzó a decir Anne, pero su hermana la interrumpió al darle un beso en la frente.

—Nos vemos el jueves, hermanita.

Y abandonó la pastelería. Joe seguía atónita, asimilando lo que había sucedido y Anne parecía querer arrancarse la piel de la cara.

—Tobías, te estoy oyendo reír.

—Lo siento, Anne —se disculpó entre carcajadas—. Es que han sido muchas cosas en muy poco tiempo.

—Ya. Hazme un favor y tráeme los buñuelos que he dejado enfriando, anda. —Anne se giró hacia Joe mientras Tobías entraba en la cocina—. Lo siento, Joe. No hace falta que vengas. Ya hablaré con ella para sacarla de esa fantasía suya.

Joe suspiró y esbozó media sonrisa.

—La verdad es que me da igual. Si para la boda necesitas acompañante, no me importa ir contigo.

Anne se ruborizó un poco.

—Pero… mi hermana piensa que estamos… ya sabes, saliendo.

Joe se encogió de hombros.

—A mí eso me da igual. Iré en calidad de lo que tú quieras que vaya. Si quieres que vaya como amiga, iré como amiga. Si prefieres que lo haga como pareja, lo haré. Sé que no quieres ir como soltera porque, en fin, ya sabemos cómo se ponen algunos familiares con esos temas. Así que, de verdad, no me importa.

Anne se mordió el labio y la abrazó con fuerza.

—¡Eres la mejor, Joe!

—No es verdad —se rio—. Eres mi amiga y te ayudaré en lo que pueda.

Y era cierto. Aunque estuviese enamorada de Anne, seguía siendo su mejor amiga y, como tal, no dejaría que se enfrentase sola a un montón de familiares cuestionado su soltería. Lo único que esperaba era que aquello no le explotase en la cara.

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