martes, 19 de noviembre de 2019

Fast And Furious - De Coches Canis A Acción


No os voy a mentir: este artículo ha sido completamente improvisado porque estaba intentando resumir en el FilmMonthly y no he sido capaz así que nada, de cabeza al pozo. No sé ni qué voy a escribir porque estoy improvisando pero bueno, aquí os queda (?)

Os aviso de que habrá spoilers, así que ya sabéis.


En esta saga podemos diferenciar dos etapas: la de los coches y chicas, y la de los coches y la acción.


La primera abarca las dos primeras películas: The Fast And The Furious (2001) y 2 Fast 2 Furious (2003). Tokyo Drift (o Race en España, 2006) podría entrar también aquí, pero se la considera spin-off… ASÍ QUE FUERA.

La segunda etapa parte de la cuarta película, Fast & Furious (2009, anda que se mataron con el nombre) y llega hasta la octava, The Fate Of The Furious (2017).

The Caniest
Corren rumores de que el inicio de Fast And Furious parte de la intención de hacer una película basada en el videojuego Need For Speed pero que EA (o quien fuese) dijo que “jaja sí, hasta luego”; así que éstos cogieron sus coches y sus tías y se hicieron la primera película. Porque why not.

Las dos primeras películas están más centradas en mostrar los coches tuneados y las chicas ligeritas de ropa que en la propia acción en sí. Podemos ver la cultura de los noventa en todo su esplendor: coches con neones por debajo, diseños horribles en los vehículos y chicas con un estilo que madre mía menos mal que yo no llevé movidas de esas. Se las ve flojas, no sólo por la trama (que bueno), si no porque las películas van en serio cuando son películas malas, películas de videoclub, como se diría antes.

Por suerte para la saga, y después del pequeño fracaso de Tokyo Drift, decidieron darle una vuelta a lo que tenían y decidieron añadir la trama típica de cualquier película de acción pero manteniendo la esencia de la saga y eso les ha funcionado MUY BIEN.

Pero, ¿de qué va realmente Fast And Furious? Pues principalmente de que la familia es lo más importante, pero que la familia no tiene por qué ser de sangre.

Pongámonos en situación.

En la primera entrega tenemos al policía llamado Brian O’Conner intentando encontrar pruebas para atrapar al que está detrás de una serie de robos a camiones, para ello intenta mezclarse con la gente que se mueve en el mundillo con la esperanza de encontrar a los malos. Por desgracia, todo parece indicar que es Dominic Toretto y su familia quienes están detrás de esto.

No es de Fast 1 pero me gusta el gif.
La trama en sí es sencilla y podría haber funcionado mejor de no ser por la cabezonería de enseñar los coches horriblemente tuneados; tenemos personajes con su pequeña carisma (que luego evolucionarán y se afianzará todo su carácter) que hubieran funcionado bien pero que, oye, acaban siendo los protagonistas de una película floja que, por supuesto, funcionó con los adolescentes (unexpected).

Al final de la primera película, Brian deja escapar a Toretto, lo cual provoca que lo echen de la policía. ¿Por qué lo deja escapar? Él mismo dice que no lo sabe pero el hecho de que se haya enamorado de la hermana de Dom, Mia, puede que tenga algo que ver, así como el sentimiento de protección que Toretto demuestra con los suyos.

La segunda película sólo cuenta con Paul Walker; no recuerdo la razón por la cual Vin Diesel no participó pero me supongo que a) estaría con otro proyecto o b) el guión le pareciese una mierda, lo cual para mí tiene bastante peso porque el guión de la segunda película es bazofia. Si ya la primera película iba de coches y tías buenas, la segunda es un despropósito que lo único que nos aporta es un nuevo personaje llamado Roman «Rome» Pearce, que vuelve en las siguientes entregas. No merece la pena ni analizarla.

Aquí es cuando nos encontramos lo bueno, la trama más adulta, por así decir. Fast 1 y 2 son las típicas películas que te gustan de adolescente, cuando eres un bocas y te crees el mejor del mundo pero en realidad eres menos que una caca de vaca. Pero a partir de Fast 4 la cosa cambia y la movida pasa a ser algo que podría protagonizar cualquier héroe de acción.

Fast 4 nos sitúa varios años después de Fast 1, donde Brian O’Conner ahora trabaja para el FBI y, por giros de la vida (cof cof guión cof cof) vuelve a ver cómo su camino se cruza con el de Mia Toretto, la hermana de Dom y la mujer a la que le rompió el corazón al dejarla (TÍO EN SERIO).

Todo termina cruzándose y enredándose cuando Letty, la novia de Dom, muere en un accidente de coche que es más de lo que parece: un asesinato por parte de la mafia de la droga. Aquí volvemos a ver a Vin Diesel en su papel como Dominic Toretto buscando venganza y queriendo matar al capo principal, Braga; al final, Brian le ayuda y consiguen atraparlo.

La diferencia con las dos primeras es abismal; ya no hay coches tuneados, sólo coches buenos y potentes, los personajes han madurado, ya no son sacos de hormonas que pelean por ver quién de todos es el más mejor. Aquí todos son adultos, cometen errores e intentan subsanarlos y, poco a poco, comienza a crearse la familia Toretto. Y esto es lo que se mantiene con las entregas que siguen a ésta.

Tenemos a un grupo de personas que saben correr, a quienes les gustan los coches y quienes tienen un sentimiento de “familia” muy fuerte, intentando limpiar sus nombres. Recordemos que tras Fast 1 Dom es un delincuente y al final de Fast 4 se entrega para dejar de huir. En Fast 5 la película comienza con toda la “familia” Toretto asaltando el autobús que lo lleva, con más presos, a prisión. De esta manera todos terminan convirtiéndose en proscritos (me hace gracia la palabra y la pongo porque es mi texto).

Esta escena es mágica.
Fast 5 se convierte un poco en una película tipo Ocean’s Eight en el que se reúnen para cometer un robo; también tiene tintes a The Italian Job con el tema del uso de los coches aunque muy por encima (seguramente un guiño al a película). Se incorporan al reparto Dwayne Johnson alias The Rock y Elsa Pataky; el primero es la persona a la que llamas para encontrar a los incontrables y la segunda es una policía de Río De Janeiro. Lamentablemente, la incorporación de Pataky no ofrece mucho, pero The Rock, como siempre, se come la pantalla cada vez que sale.

Ésta película sienta las bases de lo que serán las demás: películas que no se toman a sí mismas en serio.

No puedes tomarte estas películas en serio por mucho que quieras. ¿Dos coches arrastrando una caja fuerte de, como poco, cinco toneladas por medio Río De Janeiro? ¿Toretto saltando de su coche por encima de un puente para atrapar a Letty y caer sobre otro coche y estar, aparentemente, ileso? ¿¿Resucitar a un personaje con el poder del amor?? ¿En serio?

Me encantan estas películas, sobre todo desde que les dieron un giro a partir de la cuarta entrega; me río con ellas, disfruto de las persecuciones, de los clichés y de todo lo demás porque, al final, lo que realmente importa, es el sentimiento de que la familia es la de sangre o que puede ser, también, la familia que elegimos; pero que sea cual sea, hay que protegerla, apoyarla y ayudarla.

Y eso me parece un valor importante a tener en cuenta, para qué voy a mentiros.

Ya para ir terminando, el otro día me pasaron éste tweet y aún me estoy riendo porque tal y como están las cosas, no lo veo descabellado. No sé si el medio será de noticias falsas, como El Mundo Today, pero… ¿os imagináis que Riddick es, en realidad, Dominic Toretto? Pensadlo un instante y reíros conmigo.

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