No es ningún misterio (ni nada similar) que a la gente nos cuesta decir lo que sentimos. No tenemos problemas en expresar que estamos cabreados, tristes, defraudados y/o decepcionados; y si es con otra/s persona/s, no solemos dudar en comunicarles las cosas malas; pero cuando se trata de decir cosas bonitas, como que nos cuesta.
Siempre lo he dicho: se dicen pocas cosas buenas.
Así, en general. Pensadlo. ¿Cuántas veces le decís a un amigo que lo queréis? O que lo apreciáis, si sois de los que pensáis que un “te quiero” implica encaprichamiento o enamoramiento. ¿Cuántas veces le decís que siga haciendo lo que le gusta? (Siempre que no sea nada ilegal o alguna apología, ya me entendéis). ¿Cuántas veces les decís que son guays y que lo molan todo? ¿O que os apetece verlos? Tomar algo para quedar y charlar y esas cosas. Verse.
Seguro que lo hacéis menos a menudo de lo que pensáis. O quizá no, quizá sois de esas personas que tienen la suerte de estar rodeadas de gente que no tiene miedo de expresar un “te echo de menos” o un “me apetece verte” y quizá seáis de ese tipo de persona que tampoco se echa atrás a la hora de reconocer y de comunicar en voz alta este tipo de cosas.
Quizá, simplemente, sea que donde yo vivo, en esta zona de España, la gente tenga más reparo en expresar este tipo de sentimientos. O que, quizá, yo no hago más que toparme con gente que se guarda todo lo bueno que puede decirle a otra persona. Pero es curioso porque nos cuesta menos expresar nuestra rabia, nuestro resentimiento que nuestro cariño y nuestro amor. ¿Por qué?
Pues la verdad que esto depende de cada uno, para qué mentir. Pero sí que a veces me planteo que es por miedo. Miedo al rechazo. Igual que cuando vas a declararte a una persona, tienes miedo de que te diga que no. O de que te diga que sí porque aparece la pregunta del “Bueno, y ahora, ¿qué?”. Con las muestras de cariño pasa lo mismo, por desgracia.
“¿Y si me paso con las palabras bonitas?” “¿Y si le parece mal?” “Seguro que piensa que soy una noña (o un ñoño)” Pero lo peor no es esto, lo peor es el dar cariño y no recibir ningún tipo de respuesta.
Evidentemente, nadie está obligado a decirle cosas bonitas a los demás. Y evidentemente, nadie está obligado a responder a las muestras de afecto (estoy hablando siempre de que esto se haga entre gente conocida, no que vayáis por la calle y le gritéis a una desconocida o un desconocido lo guapxs que son, no confundamos cosas). Pero sí que queda siempre ese sentimiento de rechazo aunque no nos hayan rechazado el gesto de manera explícita. Ese… sentimiento de “seguro que le ha parecido mal” ese “Igual es su forma de decir que no vuelva a decir cosas así” hace que nos pensemos dos, tres e incluso cuatro veces las cosas antes de decirle a alguien algo bonito.
Y entonces, ante tal duda, nos lo terminamos guardando. Porque aunque nos muramos por gritarle a nuestros amigos y parejas que son geniales, que los queremos, que valen mucho; si la mayoría de las veces no recibimos ningún tipo de respuesta, sentiremos que nos rechazan. Y sabéis que el rechazo duele. Y a nadie le gusta el dolor.
Así que es una pena que por este tipo de cosas no se digan cosas bonitas. Porque hay que decir más cosas bonitas, que la vida ya es lo suficientemente dura y fea (a ratos) como para no darle más bonitez y más felicidad a los demás con estos detalles.
[Publicado originalmente en WordPress el 3 de agosto de 2018]
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